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viernes, 23 de marzo de 2012

¡BIENVENIDO! *.- La intención del Gobierno federal es clara: disfrazar la fallida guerra contra el narco, y capitalizar el evento en la elección presidencial de julio próximo.

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La intención del Gobierno federal es clara: disfrazar la fallida guerra contra el narco y capitalizar el evento en la elección presidencial de julio próximo.
CIUDAD DE SAN LUIS POTOSÍ, MÉXICO.- La espera para el Gobierno y miles de católicos mexicanos terminó. Entre multitudes arribó el Papa Benedicto XVI a la ciudad de León Guanajuato y con él la ilusión para que la violencia en el país termine. La esperanza del Presidente Felipe Calderón es que con éste gran “logro” se pueda disfrazar su fallida guerra contra el narcotráfico y de paso demostrar que el Partido Acción Nacional (PAN) si sabe gobernar. Nada más el Gobierno de ese estado destinó 75 millones de pesos para una misa con “su santidad”, pero se especula que el costo global de la visita papal será cercano a los 1 mil millones de pesos.
Pues llegó el Papa a México. Miles estuvieron atentos a su llegada. Los candidatos presidenciales estuvieron ahí muy cerca. Felipe Calderón también. El motivo: explotar la fe de un pueblo y capitalizarlo en los próximos comicios electorales, mientras al mismo tiempo en otras partes del estado, las balaceras y ejecuciones no tuvieron tregua. Tal vez por ello, el poeta, Javier Sicilia acudió con antelación al Vaticano a entregar una carta a Benedicto.
En un extracto de la carta, Sicilia le refiere a Benedicto que “antes de tu llegada a México, he venido en nombre de ese nosotros hasta Roma para decirte, desde nuestro dolor de víctimas, que México vive en el sufrimiento…un sufrimiento que se extiende por el continente americano como el cuerpo vilipendiado de Cristo. Tenemos, según cifras oficiales, 47 mil 551 asesinados de las formas más horribles y despiadadas –esto quiere decir más de los muertos en Irak en el mismo periodo y casi dos veces más del número de víctimas en Afganistán–, más de 20 mil desaparecidos de los cuales el gobierno no puede dar cuenta de su paradero, más de 250 mil desplazados y de migrantes centroamericanos viviendo en condiciones inhumanas –a los que día con día se agregan decenas de más muertos, de más desaparecidos y desplazados– y un 98% de impunidad. Esto quiere decir que si alguien asesina, secuestra o explota a alguien hay sólo el 3% de posibilidad –es decir, casi nada—de que se le atrape y se le castigue conforme a la ley”.
En un mensaje un tanto romántico, el creador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, le recuerda al Papa que detrás del decorado mediático y político que le montarán en su visita a México, no olvide a “los descabezados,/ los mancos,/ los descuartizados,/ a las que les partieron el coxis,/ a los que les aplastaron la cabeza,/ los pequeñitos que lloran/ entre paredes oscuras,/ […]/ los que duermen en edificios/ de tumbas clandestinas/ […]/ con los ojos vendados,/ atadas las manos, / baleados entre las sienes./ Vienen los que se perdieron por Tamaulipas, / cuñados, yernos, vecinos,/ la mujer que violaron entre todos antes de matarla,/ el hombre que intento evitarlo y recibió un balazo/ […]/ los muertos que enterraron en una fosa en Taxco,/ los muertos que encontraron en parajes alejados de Chihuahua,/ los muertos que encontraron esparcidos en parcelas de cultivo,/ los muertos que encontraron tirados en Guanajuato,/ los muertos que encontraron colgados en los puentes,/ los muertos que encontraron sin cabeza en terrenos ejidales,/ los muertos que encontraron a la orilla de la carretera,/ los muertos que encontraron en coches abandonados,/ los muertos que encontraron en San Fernando,/ las piernas, los brazos, las cabezas, los fémures de muertos/ disueltos en tambos/ […]”, los desaparecidos, a lo que a nadie importa; vienen también los huérfanos, las viudas, los que perdimos a nuestros hijos y carecemos de nombre, porque es antinatural; vienen los migrantes reducidos a lodo, secuestrados, asesinados y enterrados en fosas clandestinas; vienen los mil rostros del cuerpo ofendido, martirizado, destrozado, irreconocible, inconsolable y olvidado de Cristo.
Javier Sicilia, quien perdió a su hijo asesinado por la llamada delincuencia organizada, le hizo una petición al Papa: “queremos que, a través de ti, que representas el amor del Padre en Cristo, y no el poder del César, que hace componendas, te pedimos que nuestra Iglesia responda por el dolor del hijo y la ayudes a ser verdaderamente Madre: a responder en los actos, en la encarnación de la palabra, lo que algún día la Virgen dijo al más pobre de los pobres en el monte “Tepeyac” frente a su dolor y su humillación; “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”.
El escritor concluye con una frase lapidaria: “ese que te encontrarás en México, amado Benedicto, es el cuerpo destrozado de Cristo que pide en sus víctimas la respuesta del Padre por encima del orden político y del desorden criminal”.
Lo expresado por Javier Sicilia es sólo una muestra de la inconformidad que existe no por la visita del Papa, sino por la intención del Gobierno de pervertir la fe de los mexicanos. De engañar al pueblo con la visita de una personalidad religiosa, para justificar una guerra que ha arrojado cerca de 50 mil muertos. El despilfarro del dinero público que hacen nuestras autoridades para perpetuarse en el poder a través de la victoria de sus partidos políticos en las próximas elecciones.
Y podrían enlistarse un sinfín de elementos más que evidencian que al Gobierno y a los partidos sólo les interesa la búsqueda del poder político y el dinero público, pero lo dejaremos para otra ocasión pues hoy todo debe ser paz y tranquilidad. Bien adicto, perdón, Benedicto vino, vio y venció.

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